jueves, 1 de enero de 2009

Copérnico

(Alejandra Mendé)

Además de algún pelo caído en el Calendarum Romanum Magnum de Johanes Stoeffer, Nicolás Copérnico dejó caer una idea, menos sustentable en su contexto que en la actualidad. El costo de ese descubrimiento para todos ha sido percibir la sombra del universo sobre este planeta diminuto, lejano y perdido entre miles de constelaciones. La Revolución Copernicana no ha sido otra cosa que un cambio de perspectiva. Ni más ni menos que eso! La tierra no era el centro del universo y por lo tanto nosotros tampoco, y pasamos de una cultura caprichosa a una menos engreída, más humilde y al tiempo menos inocente.

Un cráneo es una cavidad que puede tener como contenido un poco de tierra, algún segmento oxidado, un poco de aire o nada; o bien puede ser un comando sagrado para el pensamiento medieval, vivo y al servicio de dios, cuando los sesos se conectan entre sí y con el mundo.

La humildad no duró tanto porque a partir de esas épocas tuvimos razón. Y vaya que es complicado eso de tener razón.

Nada se decía entonces del indicio, esta forma tan sutil de descubrir en lo velado algún soporte a lo real. Que un pelo y una rotura de nariz devuelva sentido a una calavera!
Desde la astronomía hasta la antropología, pasando por todas las logias y los descubrimientos no hay uno mejor que la palabra oral y escrita, para inventar y definir, para sacudir la verdad y recibir sus destellos.

Qué sentido tiene el cráneo de Copérnico o el perdón que en la década del 80 , finalmente, le otorgara la iglesia a Galileo Galilei, si todo hombre hace sombra más que en la tierra en la voz de los hombres y sus futuras generaciones!

Poéticas y nebulosas humanidades, que dibujan sus signos sobre el mar para decir de los océanos o sobre las montañas para acariciar los cielos o sobre los argumentos para no decir certezas.

La humanidad es poética hasta en los trazos más débiles de su esqueleto genético es decir hasta los tuétanos, y canta!

2 comentarios:

Craneos