domingo, 6 de diciembre de 2009

Arte y autonomía

El proyecto democrático es el esfuerzo, aún
incumplido, de encarnar en las instituciones, tanto
como sea posible la autonomía individual y social”
Castoriadis, Cornelius. Ventana al Caos.




Por Alejandra Mendé

A diferencia de cualquier producción efectuada por el hombre, la obra de arte, además de la materia que en ella se utilice, debe sumar partes o elementos de vacío. Esto le da un valor agregado a la estética y es lo que llamaríamos la puesta en escena.
Es una elección a ciegas del sujeto, un movimiento en el vacío para dibujar el lugar de ubicación de los materiales transformados. En ese borde, en ese espacio la recuperación de la libertad humana es inminente. El brillo denota la virtud de lo creado, porque en
el espacio vacío fulgura una verdad.
“Ser o no ser, esta es la cuestión” el personaje gravita con su mundo y alude, o se duplica, diciéndonos acerca del mismo acto de la creación que consuma la obra. ¿o acaso de eso no nos está hablando Shakespeare, cuando argumenta el ir y venir de la nada en la muerte como en el sueño? ¿o acaso no está en la constancia del movimiento entre el vacío de la muerte y la figura del sueño o el relato, el movimiento mismo de la creación? Allí dónde algo no existe yo puedo... crear *2 .Y puedo hacerlo, más allá de cualquier circunstancia y de cualquier poder.
De ahí la importancia ético-política del arte y su intervención directa en la creación social y cultural del pueblo.
Una ética social, una moral del lazo social, una política, e inclusive, una legitimación jurídica de estos aspectos, es algo a construir.
Los artistas estamos también, en el camino de un tránsito histórico de luchas de la comunidad para el logro de sus objetivos. No me refiero a los artistas que bailan en el circo de la propaganda burguesa, sea esta económica, política, o instrumental, para un beneficio personal. No me refiero al arte de los “slogans”, sino a la obra que designa el momento y señala su potencia, su capacidad de ser allí dónde no había nada y marcar una impronta de época.
Y aquí radica la importancia del pensamiento crítico subjetivo y de la libertad de pensamiento. Hay que ser un libre pensador para hablar de nosotros. Porque sino, los que hablan desde el nosotros, caen en la arrogancia de lo impensado.
Prodigiosamente, aquellas que llamamos obras de arte, en toda su magnitud y maestría, en toda su condición de perdurabilidad, en mayor porcentaje y en todas las latitudes, han sido creadas por los más humildes sujetos del pueblo, que expresaron el signo de su época, reconociendo el vacío en la fragilidad que nos caracteriza y dejándonos su reflexión frente al fracaso, frente al deseo ilegitimado y a los sentimientos que nos exceden, tanto los de dolor como los de alegría.
Las leyes burguesas que se hacen sobre el arte son siempre leyes de responsabilidad o de propiedad intelectual, una visión bastante fetichista y burguesa sobre el tema.
Rara vez se considera al artista, no se piensa en las premuras que tiene para darse un momento para crear, ni en sus pasiones por conocer las técnicas de su disciplina, ni el tiempo de estudio que le lleve saber sobre su época, ni en la búsqueda de los sentimientos que potencian su cultura, ni en los grandes esfuerzos que hacen para transmitir a otros sus saberes, siendo que todo esto es parte de una elaboración que no se reconoce como trabajo.
No podríamos dejar de lado aquí, el valor de la transmisión, ya que es la actividad que enmarca una fuerte inclinación social en el más amplio de los sentidos, porque al dar un camino de liberación subjetiva, el artista comprometido con su realidad y su clase, pone en causa un fundamento en la liberación de los pueblos.
En determinado momento, cuando siente la necesidad de mostrar esa otra parte de su condición, que no es la obra, sino el proceso de la obra, aparece la maestría en arte o la necesidad de compartir con otros su saber hacer escritura, música, pintura, teatro. Al estar volcado a la transmisión, denota su tiempo de madurez, porque es ahí dónde abre la creatividad a otros y constata que su quehacer no es privativo de si. Vale decir, transmite las diversas formas de dominio del material y pone en causa nuevas empresas humanas. Pensando, la empresa humana, tal como lo hace Sartre en "¿Qué es la literatura?", que al hablar del compromiso del escritor, nos da pie para poder hacer una extención a toda las disciplinas artísticas.
"la obra escrita es un hecho es un hecho social y el escritor, antes incluso de tomar la pluma, debe estar profundamente convencido. Hace falta en efecto que esté muy al tanto de su responsabilidad. Es responsable de todo: de las guerras perdidas o ganadas, de las revueltas y represiones; es cómplice de los opresores, si no es aliado natural de los oprimidos. Pero solamente porque es escritor; porque es hombre. Tiene que vivir y querer esta responsabilidad y , para él, es lo mismo vivir y escribir, no porque el arte salva la vida, sino porque la vida se expresa en empresas y la empresa del escritor es escribir."Desde esta perspectiva el artista es tal si es sujeto de liberación. Por eso, el burgués no es un artista, aún si usa las técnicas del arte a la perfección, porque su estado natural, su status quo, no le permite estar inmerso en los agujeros de su época y el arte es siempre un hecho social que trabaja sobre lo que no hay, contra toda imposición que no sea la del material que utiliza.
Cuando el artista transmite arte, brinda una experiencia única. Inicia al discípulo en la pasión del juego entre la subjetividad y el material.Al imaginar una obra, sabemos que el material se impone, inclusive, muchas veces, contra el logro de lo que imaginamos. Es en el juego entre las aristas que impone el material y la elaboración del sujeto, dónde se logra la forma, ya se trate de una obra literaria, una sinfonía, una pintura, una escultura, etc.De esta elaboración logramos una geometría única, que legitima al artista de manera particular, auténtica, autónoma, libre.
Así es como el proceso estético, nos sorprende armando una ética subjetiva, y nos legitima en un lazo social de respeto al otro como potencial creativo.
Esto, es en definitiva, lo que hace del arte un hecho esencial para la autonomía. El efecto de la creación estética, que impele al autor a compartir con otros el beneficio de ese saber hacer y al compartirlo, establece una acción de liberación por excelencia.Una sociedad más justa, es también una sociedad dónde el arte y la cultura manifiesten ésta función político - social de legitimación del artista como trabajador, corriendo así, su imagen de la figura de dandy, bufón o portador de una alegría maníaca, construida para encubrir la realidad social.
Si el arte es una morada de la existencia, los artistas somos habitantes de su valor.

Claro. No siempre es conveniente para el poder, potenciar el derecho a la creación que es, al fin y al cabo la dialéctica que garantiza el derecho a la libertad de expresión.
*1 Paradojicamente, es bueno saber, que es el mismo aburrimiento que pone en causa el malestar subjetivo,uno de los detonantes de las adicciones en la actualidad.*2 HAMLET.- Ser o no ser, ésta es la cuestión. ¿Cuál es la acción más digna del alma, sufrir los disparos penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darles fin con subversiva resistencia? Morir es dormir. ¿No más? ¿Y por un sueño,
diremos, se acabaron las aflicciones y los dolores inumerables, patrimonio de nuestra débil naturaleza?... Esta es una palabra que deberíamos convocar con ansias. Morir es dormir... y tal vez soñar. Sí, y
vean aquí el gran obstáculo, porque el meditar en que sueños podrán ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos. Esta es la
consideración que hace nuestra infelicidad tan larga. W.Shakespeare. Hamblet. Acto 3º Escena IV

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