domingo, 4 de octubre de 2009

MODERATO BREVE: Las cadenas

Por Fernando González Vidal

Se mostraron con el sol.
La herida sangró con el mismo sudor
Y sus finos rasgos se fueron dibujando de a poco, con otro modo,
Sutil, se infiltraron en sus finas manos,
La gota de sangre,
Que corrió con el mismo silencio,
Fustigó el encuentro y el eterno final.

Se presentaron ésta vez de nuevo, los misteriosos campos de la locura,
El palpó sus formas… las templadas normas de lo material, ligó sus frutos con pasta
De pulir plata, sopesó su futuro inscripto en los umbrales de la modernidad,
Se precipitó en el turbulento ensueño de sus ansias,
De sus aspiraciones meditadas en los laberintos de su gabinete espacial.
Se agazapó a la espera de algún modo, desde algún lugar inesperado,
Se levantaron las pesadas cargas de su angustia, de su encierro mortal,
Pues al final, levantó cansado su rostro hacia el viento, para que él,
De nuevo un rayo de luz le diera alguna señal, así su vida se inclinara hacia
Alguna salida, de ese infierno mortal.
Pues al terminar el día, con sus ropas arrugadas de herrumbrar las horas,
A la espera de algún signo, que lo dejara respirar el viento, las olas, otra vez el viento
Y las palmas anunciadoras den alguna señal.

Breve y distante el tiempo sedará a su turno cada uno de los cortes dados, y con las heridas,
Sobre cada insistencia, el impulso sueña dejar la roca sangrienta, resuelta a oradar los órganos vitales.
El hígado roto, el sexo complejo, y la rota locura que lo llevó a no conocer el sentido del fuego,
el aire con su humedad, el agua clara, límpida esclarecedora, y la tierra firme, el desierto, el sol,
y la silenciosa esfinge anunciándole, la llegada del final.
La regeneración.

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