domingo, 2 de agosto de 2009

Perros

Por Lucas


Esperando al guía indulgente veo tu reflejo que se encoge de hombros, hablabas de que las emociones cesaron. El martes se disfrazó de viernes solo por unas horas, ciertas cervezas fueron suficientes para confundir a los relojes que dictaminan los días, y tanto se enredaba el amigo martes que terminó creyendo que se llamaba lunes, entonces comenzó a cambiar, primero se asustó de la lluvia de abril, se estremeció de la sensible audición que sufren los perros, porque todo lo escuchan, y se espantan por los altos sonidos del silencio. Los perros cinicos ironizan al no inquietarse de sus abusivos ladridos, mientras ríen y murmuran entre hocicos que no se enteran, como tantos.

A eso de las 12 de la noche, al pobre martes lo tuvieron que llevar a rastras a su hogar, a los muchachos les dio una mano un inapetente miércoles vestido para no hacer nada, que justo se estaba peinando para salir a dar una vuelta. A la patota le gustaba mojarse, no se escondían de nada ni de nadie, por eso en las cinco esquinas se dejaron encontrar por el chaparrón, y al martes una resaca de entre semana lo hacia retroceder mientras el despertador con un sonido lejano paralizaba sus reflejos. El miércoles siguió yirando por ninguna parte.

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