El escritor podía escribir cuentos a partir de cualquier situación que vivía, su metodología era trasladar un suceso de la vida cotidiana a un plano fantástico. Era tal vez, una forma de sobrellevar una vida por demás común.
Su habitual procedimiento se vió desbaratado: sucedió una tarde-noche, viajando en un colectivo desde Liniers hasta Belgrano, cuando al sentarse de espaldas al frente del vehículo, vió a una mujer rubia de veintipocos años. La belleza de la chica era, por así decirlo, sobrecogedora. Ella tenía un sueter violeta y estaba mirando por la ventanilla mientras escuchaba música.
El escritor no pudo agregarle ningún otro elemento fantástico a esa escena.
Su habitual procedimiento se vió desbaratado: sucedió una tarde-noche, viajando en un colectivo desde Liniers hasta Belgrano, cuando al sentarse de espaldas al frente del vehículo, vió a una mujer rubia de veintipocos años. La belleza de la chica era, por así decirlo, sobrecogedora. Ella tenía un sueter violeta y estaba mirando por la ventanilla mientras escuchaba música.
El escritor no pudo agregarle ningún otro elemento fantástico a esa escena.
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