miércoles, 1 de abril de 2009

La ofrenda

Por Gabriel Fara

Todas las mañana me despertaba, salía al patio, levantaba al pájaro muerto que diariamente aparecía en mi patio. Lo tiraba a la basura metido dentro de alguna caja.
Todas las mañanas, con toda delicadeza para no despertar a mi esposa, no quería exponerla a éste suceso, no quería perturbarla.
Una madruga muy calurosa, me desperté por la necesidad de tomar agua, me encontré sólo en la cama, al pasar por el baño noté que mi mujer no estaba ahí tampoco, y mientras tomaba el agua fría, la vi a ella, desde la ventana de la cocina, iluminada por la luna, sobre la pared, con un pájaro en su boca.

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