Por Lucas
Dormir nunca le había significado un problema, simplemente lo tomaba como un medio para lograr un fin. Así Steve Finnan concebía el sueño, como una herramienta de trabajo.
No fue el frío lo que tomó por sorpresa a Finnan y su batería aquella madrugada del 25 de septiembre de 1942. Aunque no hubiera sido descabellado que lo fuera, los primeros pasos del otoño se hacen sentir en los huesos, y entrada la noche, cerca de la costa de Dieppe, al norte de Francia, las temperaturas se plantan en números negativos.
Así y todo, no fue el ambiente gélido lo que los sorprendió sobre la tundra francesa, lo que conmovió a la tropa y destrozó el alba fue el raso vuelo de la Luftwaffe, privando a muchos miembros del pelotón llegar a ver el nuevo día.
Un puñado de soldados apartó el ataque, como se presentía, los días siguientes al bombardeo, a casi nadie se le hizo fácil conciliar el sueño, lo mas común eran los espasmos o convulsiones acompañadas de angustiosos alaridos. Diferente, pero no mucho mejor, era lo que le pasaba a Finnan. Comenzó a experimentar, otra clase de sensaciones, de vivencias al dormir, intentó ponerse a prueba y superarlo sin llegar a comentarlo con nadie, pero al cabo de 3 días, al no poder desembocar en una explicación racional, empezó a asustarse y decidió escribirle a uno de sus mejores amigos, Richard Linecker, que se encontraba en algún lugar de Europa.
Finnan desconocía si se localizaba en los Balcanes o en territorio francés, pero eso le daba igual, él necesitaba comunicar lo que le estaba sucediendo, y dicha información solo podía compartirla con una persona de confianza. Entonces se sentó sobre una de las camillas del hospital de los Aliados en Les Vertus, consiguió un bolígrafo, una libreta y emprendió la explicación:
Capaz no llegues a entender lo que te voy a contar, o peor aún, tal vez ni siquiera hagas el esfuerzo y escojas no creerme, pero lo que me esta ocurriendo se lo tengo que contar a alguien, al margen de su juicio o sentencia.
Linecker y Finnan pertenecían al mismo pueblo, herméticos amigos que crecieron juntos en Lutton y resolvieron estudiar ingeniería militar en Birmingham, llegada la 2da guerra mundial, y en manos de un destino desmemoriado, fueron desviados y perdidos en un territorio incierto del viejo continente.
Antes de continuar el párrafo, Finnan piensa las palabras mientras se le escapa al horizonte la mirada de manera vacía, la redacción continua de forma altruista: “No se, es raro lo que me ha estado sucediendo posteriormente del ataque que hemos sufrido, me sienta extraño dormir, ni bien comienzo a aletargarme broto en otro lado, en otra parte de esta guerra, la insignia de la SS destaca en mi hombro derecho, me paseo por la aprensión de las calles, soy el terror en ese lugar, un comandante miembro de la Schutzstaffel. Por accidente o no, siento como las miradas se separan para después encontrarse y yo soy él, y a quien veo es a mí. Pero no me puede escuchar cuando le intento hablar, aunque grite no consigue percibirme, y es entonces cuando se forma el eco, pero solo se propaga en mí. Estoy allí dentro, atrapado en esta persona que se nota sola entre la muchedumbre de ese lugar. Y ni él ni nadie intentan distinguir que pasa dentro, veo como las miradas y las palabras le son esquivas y no entiendo el porque, pero sigo adelante sin abrir los ojos ya que, si lo hago, podría despertar y dejar de observar lo que pasa”.
Finnan da vuelta la hoja, pensando continuar la escritura pero se vuelve en sus pensamientos y decide enviarla así. Creyó que esas palabras eran suficientes, la información que le brindaba a su amigo le alcanzaría para entender y a él le serviría para mitigar su tensión. Le entregó el sobre al cabo Ricks, el cual llevaría la carta, con otras mercancías, al Bar Apples and Pears en Gréges, donde esperaba, como todos los lunes a las 17 horas bebiendo una taza de te con leche, el soldado mensajero Ozzy.
Las tropas avanzaban y al batallón del Sargento Finnan le tocaba trasladarse hacia nuevas latitudes, lo esperaba un cambio de ruta y Hannover como destino, sería un sitio hostil pero no más adverso que otras antiguas designaciones. Por el camino, decidieron descansar en un pequeño pueblo llamado Petit-appaville, el cual semanas atrás habían recuperado los Aliados. Aunque la parada no estaba en el plan de viaje, tampoco fue obligada por fuerzas mayores, fue una decisión común entre los altos cargos de la tropa. Finnan estableció ciertas reglas básicas y un horario de encuentro, el descanso no superaría las 2 horas. Él disfrutó de una breve siesta, fueron 20 minutos de interrupción, de ausencia. Despertó exhausto y amilanado, tardo unos breves segundos en comprender donde estaba, luego recordó lo sucedido, salió de la habitación del hostal de manera apresurada, todavía un poco aturdido, gritando al firmamento el nombre del cabo Ed Ricks.
_ “Ricks!!!!, donde esta Ricks!!!?”
_”El cabo Ricks ha marchado ya Sargento” le informaba el Soldado Dalton
_”Donde ha marchado?”
_”hacia Gréges señor, hoy es lunes, debe encontrarse con el hombre del correo por la tarde”
El Sargento Finnan parecía abrumado y el Soldado Dalton quedó perplejo.
_”Sargento, puedo serle útil en algo?”
_”Temo que ya no”
Al Sargento al mando raro era verlo dubitativo, podía notárselo cavilando, pero extraña vez titubeaba sobre sus actos o pensamiento. Esta vez la duda desgarraba desde su atisbo, cuando el momento se tornaba catatónico, tomó una decisión, fue hacia el cuartel, arranco una hoja del cuaderno cuadriculado que había sobre el escritorio del comandante, sacó un bolígrafo de su bolsillo y comenzó nuevamente la redacción, se desconocía el destinatario aunque con el correr de las oraciones, se lo dejaba entrever.
“No se que ha pasado, solo he descansado 20 minutos y fue suficiente para no desear volver a dormir nunca mas, temo que pedirte perdón sea demasiado tarde, de verdad, espero que esta carta llegué a tiempo y te advierta, desconozco si lo que vivo en mis sueños sucede al momento, ocurre minutos después, o lo que es peor, ya ha pasado, no lo sé. La persona que abordo cuando estoy dormido va a sorprenderte en el valle, atacarán por sorpresa, el pueblo más cercano esta ocupado por la Alemania nazi, será una emboscada, este oficial te fusilará. Corre, no esperes, saca a tu equipo de ahí.”
A la vez que ponía un pie fuera del cuartel gritaba el nombre del soldado Dalton, el cual corrió rápidamente a su encuentro y recibió la orden de Finnan, “alcance a Ricks, no se como, no me interesa, debe darle esta carta para entregársela a Ozzy cuanto antes, es para Linecker, quien debe estar en algún lugar en medio de East Sussex… Ozzy debe saberlo”.
Dalton partió en el convoy de asalto con otros dos soldados con el único fin de contactar con Ricks en Gréges, el convoy llegó al pueblo francés sobre las 4 pm, faltaba una hora para el encuentro de Ricks y Ozzy en el Apples and Pears. Los tres soldados, carta en mano, arribaron a un deshabitado bar y esperaron allí. Ozzy aguardaba en una de las pequeñas mesas del fondo, con su tasa de te y la jarra de leche de lado, Dalton no conocía a Ozzy, el cual lógicamente vestía de civil. Cuando faltaban escasos minutos para las cinco de la tarde, el Cabo Ed Ricks se presenta en el bar, Dalton, los soldados y Ozzy desde la otra esquina se ponen conjuntamente de pie, al tercer paso que Ricks da hacia la barra se escucha decir al camarero “le piège!”. Tres tenientes de la Schutzstaffel y oficiales de la GESTAPO habían descubierto la reunión en el bar. Dos baterías se hicieron presente y volaron el lugar, Dalton logró escapar por la puerta trasera del Apples and Pears, y robando una vieja motocicleta, huyó hacia el cuartel en Petit-appaville.
Mientras tanto Finnan, un poco por el nerviosismo, la incertidumbre, las pocas horas de sueño y lo vivido los últimos días, entró en shock, al doctor Young no le quedó mas remedio que sedarlo.
Finnan jamás despertó, previamente a su muerte, estuvo dormido 10 minutos allí presenció en primera persona como la Schutzstaffel interceptaba, a 500 metros del cuartel, la motocicleta del soldado Dalton.
Alguna clase de de empatía invadió a Finnan luego de sobrevivir al bombardeo, era fácil encontrar la muerte por aquel entonces y Finnan la vivió de muchas maneras. La última forma que adoptó a sido personificando al capitán Heinrich, quien había ejecutado a Linecker y esta vez hacía lo propio con Dalton, al cual tuvo de rodillas antes de apretar el gatillo.
Dalton no sería la última baja, la Schutzstaffel dio mensaje a la Luftwaffe, que bombardeo el fortín de los aliados.
Tres días después de la masacre, entre los restos del Bar Apples and Pears, el ejercito británico recogía los restos de sus soldados, el teniente coronel Mclings encontró la carta de Finnan a 15 metros del bar, sobre unas maderas, la abrió, y aunque no entendió muy bien a que se refería, le llamo la atención la última frase que decía: "Nunca me he sentido tan muerto como en estos…"
I Don't Want To Be A Soldier
John Lennon
Escuchar: http://www.youtube.com/watch?v=dqydn0Yx4fg
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Well, I don't wanna be a sailor mama, I don't wanna fly
Well, I don't wanna be a failure mama, I don't wanna cry
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Oh no, oh no, oh no, oh no
Well, I don't wanna be a rich man mama, I don't wanna cry
Well, I don't wanna be a poor man mama, I don't wanna fly
Well, I don't wanna be a lawyer mama, I don't wanna lie
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Oh no, oh no, oh no, oh no, hey!
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Well, I don't wanna be a thief now mama, I don't wanna fly
Well, I don't wanna be a churchman mama, I don't wanna cry
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Oh no, oh no, oh no, oh no, oh no, hey!
Oh well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Well, I don't wanna be a sailor mama, I don't wanna fly
Well, I don't wanna be a failure mama, I don't wanna cry
Well, I don't wanna be a soldier mama, I don't wanna die
Oh no, oh no, oh no, oh no, oh no
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